INTOLERANCIAS, ALERGIAS Y DEMÁS SENSIBILIDADES

Quién podría imaginar que el huevo, el trigo o la leche, alimentos tan básicos y necesarios, se convertirían para algunas personas en su peor enemigo. Como en  el título del libro de J.D. Salinger, “El guardián entre el centeno”, los intolerantes a la proteína de algunos cereales están siempre ojo avizor para evitar consumir este tipo de gramíneas y sus derivados.

Palabras como el gluten o la lactosa se han incorporado a nuestro léxico habitual y de vez en cuando están presentes en nuestras cenas o comidas puesto que todos conocemos a alguien que padece estas dolencias.

La dieta de necesidad ha cambiado con el tiempo. El concepto de comer ya es algo más que una fuente de obtención de energía para afrontar nuestras ocupaciones diarias.

El avance en este sentido ha introducido nuevos productos en ese afán de buscar el sabor más sublime o la textura más crujiente para satisfacer a los paladares más exigentes. Pero todo ello tiene un precio, a saber, la adaptación de nuestro organismo. A pesar de nuestra condición de omnívoros, no nos sirve en este caso el todo vale.

Este fenómeno es aplicable a muchos otros campos como al de la ropa, que pasó de servir solo para abrigarnos a esclavizarnos (a quien esté dispuesto a ello) a modas y tendencias. De la misma forma ha sensibilizado a las pieles más propensas apareciendo urticarias y reacciones varias.

Formulando nueva dosis informativa